Cuando el Rocío se celebraba el 17 de septiembre


Durante algunos lustros del siglo XVII, los almonteños peregrinaban a la ermita de su Patrona, en aquellos tiempos conocida como Santa María de las Rocinas, en los prolegómenos del otoño, arropados por los ocres de una vegetación exhausta tras los calores del verano y un calendario marcado por las faenas agrícolas de la vendimia y el verdeo. Un panorama muy alejado del ambiente que rodea hoy día y desde hace siglos a los miles de devotos de la Virgen del Rocío en su camino a la aldea almonteña, en las postrimerías de la primavera, con las variaciones climáticas propias de la caprichosa estación y dependiendo de cuán adelantado esté el Lunes de Pentecostés en las calendas religiosas, bajo un sol de justicia o soportando aguaceros como los que marcaron el camino del Rocío de 2016. El Lunes de Pentecostés, el 17 de septiembre, era la fecha fijada para rendir culto a la Blanca Paloma

Era entonces, entre los primeros años de la década de 1650 y hasta 1670, -cuando por acuerdo del Ayuntamiento de Almonte se traslada hasta el segundo día de Pascua del Espíritu Santo, es decir, el Lunes de Pentecostés-, el 17 de septiembre la fecha fijada para rendir culto a la Blanca Paloma en su ermita del Rocío, coincidiendo con la conmemoración que la Iglesia Católica hace de la festividad del Nombre de María Santísima, también conocido popularmente como Dulce Nombre de María, que en la actualidad se celebra el 12 de septiembre.

Así lo narra Domingo Muñoz Bort en un artículo publicado en la revista Exvoto, que edita la Hermandad Matriz de Almonte, en el que deja constancia en base a los expedientes de las actas capitulares del Ayuntamiento de Almonte y de estudios de autores como Juan Infante Galán, de cómo en 1653, concretamente el 29 de junio, festividad de San Pedro y San Pablo, «se votó por Patrona de la Villa “para siempre jamás”, a la Reina de los Ángeles Santa María de las Rocinas», dentro del mismo acuerdo que estipulaba la celebración de la «Fiesta principal, con misa solemne y sermón», en un día que sin embargo quedaba abierto a la decisión futura del propio Ayuntamiento.

Excepciones

Así, desde 1657 - fecha en la que aparece datada la primera de las Romerías -, y durante algunos años, la fiesta en honor a la Virgen del Rocío se celebraría cada 17 de septiembre a excepción de algunos ejercicios, como los correspondientes a 1659 y 1675, cuando tuvo lugar el 11 de noviembre, coincidiendo con la festividad de la Presentación de María, debido a los problemas económicos que padecía el Consistorio almonteño.

Tampoco se respetó la fecha en los años 65, 66 y 67 de aquel siglo, en los que las apreturas acuciaban tanto al Gobierno de la Villa como a sus vecinos como consecuencia de la implicación de la zona en la guerra de Portugal. La fiesta por entonces se reducía a una misa, un sermón y la procesión de la Virgen, todo ello en un solo día.

No obstante, y a pesar del vaivén de fechas, la del 17 de septiembre se mantuvo hasta el acuerdo plenario de 27 de mayo de 1670 que trasladó la fiesta al Lunes de Pentecostés e incluso convivió con esta hasta al menos 1777. No revelan las actas capitulares el motivo del cambio, si bien, varios investigadores locales coinciden en entender que éste se llevó a cabo para promover la asistencia de devotos a una Fiesta que se veía mermada debido a la coincidencia de su celebración con las labores agrícolas de recolección de los cultivos de la zona. 




Informa ABC de Sevilla