San Juan Pablo II será titular de la Hermandad del Rocío de Córdoba


Desde que en el día 14 de junio del año 1993 San Juan Pablo II realizase su visita a la aldea del Rocío, aprovechando su viaje a España, y se postrase ante las plantas de la Blanca Paloma, la Virgen del Rocío, patrona de Almonte, muchos rocieros recuerdan al Santo Padre como «el Papa rociero». No es para menos, ya que, uno de los mayores recuerdos que guardan de aquel día, los que tuvieron la suerte de estar allí presentes, fueron las palabras que Karol Józef Wojtyla lanzó desde el balcón de la ermita marismeña: “¡Qué todo el mundo sea rociero!”.

Tomando este ejemplo, la Ilustre y Fervorosa Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Córdoba, a través de la asamblea extraordinaria de hermanos, celebrada este viernes, día 25 de junio, ha aprobado que San Juan Pablo II se convierta en titular de la corporación rociera, después de la ratificación del Obispado cordobés. Se trata de un hecho significativo, ya que se convertiría en la primera filial que incluiría al Santo Padre como titular, teniendo en cuenta la gran devoción que Wojtyla demostró en vida por la Virgen del Rocío.

Se trata, igualmente, de un hecho bastante curioso al ser de las pocas hermandades que peregrinan hasta la Aldea del Rocío, bajo las directrices de la Hermandad Matriz de Almonte, que contasen en este caso con otro titular que no fuese la Virgen del Rocío. Si bien en otros pueblos onubenses, como la Palma del Condado, guardan una especial devoción al Pastorcito Divino, éste no rige como titular en el nombre de la filial.

Cabe destacar, igualmente, que la hermandad del Rocío de Córdoba cuenta con una reliquia de primer grado de San Juan Pablo II, prendida en el Simpecado cordobés y que éste sería otro motivo más para incluirlo como titular de la corporación. Además, cada día 22 de octubre, festividad de San Juan Pablo II, los rocieros cordobeses celebran cultos en honor a la figura del conocido «Papa rociero». Como anécdota, cuentan desde la Hermandad, «cuando el Santo Padre rezó ante la Virgen del Rocío el último Simpecado que bendijo antes de postrarse ante sus plantas fue, precisamente el de Córdoba».